Midiam

Hemos quedado con Igor a las doce en la puerta del Midiam. Amalia y yo decidimos encontramos en la parada de metro, que queda a un par de calles del garito, media hora antes, así podemos ver el ambiente que se va creando por los alrededores. Joder cuando la veo…esta noche vamos a sacar a bailar nuestras almas góticas; aunque nos gusta esta tendencia, no es nuestra estética del día a día. Pero esta no es una noche cualquiera, esta noche nos creemos capaces de vender nuestra alma al mismísimo Lucifer si así nos lo pidiera en el Midiam. Es el garito de moda, aunque no se sabe nada sobre lo que ocurre allí dentro las largas noches de fin de semana, lo que pasa en el Midiam, se queda en el Midiam. Esto lo hace jodidamente atractivo, así que cuando Igor me propuso que saliéramos con él este sábado no tuve dudas, y en cuanto se lo dije a mi piba aceptó con mucha gana. Llevamos tiempo sin salir de fiesta, demasiado apalancados para tener diecinueve. El colega es relaciones públicas, conoce a todo cristo, y siempre entra sin hacer cola y sin pagar un duro. A cambio, no sé cómo coño lo hace, pero siempre lleva peña nueva. Tiene un poder de convicción que roza lo sobrenatural, aparte de que es un guaperas de la ostia y tiene una labia… ¡que sus palabras parecen un puto conjuro de amor!

Amalia se tira a mi cuello y me come la boca como si no hubiera un mañana, la noche pinta muy bien. Está tremenda, toda de negro, lleva una falda corta de cuero, un corpiño atado por delante que le hace una cintura de escándalo, y una camiseta de rejilla que deja ver un sujetador de encaje. Pegada al cuello lleva una cinta de terciopelo con una piedra pequeña roja que le cuelga de en medio, se ha maquillado más pálida de lo normal, ¡de qué manera resaltan sus morros rojos! El pelo suelto, alborotado y unas gafas de sol redondas; para completar, estrena las New Rock que le ha mandado su hermana desde Londres; ¡que envidia coño, valen una pasta! Yo también voy de negro, y no me he comido la olla con la ropa, pantalón, camiseta, la chupa de cuero y las Martens.

Llegamos a la puerta y hay un colón de la ostia, pero Igor, que está por ahí hablando, saludando y tonteando con todo lo que se mueve, nos ve enseguida y nos hace un gesto con la mano para que vayamos hacia él.

¡Tíos ya estáis aquí, genial! Hoy sois mis invitados de honor, los putos jefes de la noche, así que guarda la cartera colega, ¡hoy no se paga nada! —dice Igor con el tono de voz bastante alto y mirando a todos lados. Con razón todo el mundo quiere entrar con él, sin duda sabe cómo venderse.

Atravesamos unas puertas totalmente negras que nos abren dos gorilas que no tienen expresión en la cara, saludan a Igor con la cabeza y a nosotros dos ni nos miran. Bajamos unas ocho escaleras, apenas hay un par de luces pequeñas rojas y un par más verdes que indican una salida de emergencia a la derecha. Al final hay dos enormes cortinas negras y gruesas, cuando Igor las abre, entramos y nos quedamos parados. Amalia y yo echamos un primer vistazo al local con la boca abierta… ¡Ostia puta! Luces estroboscópicas moradas, rojas y negras; huele a tabaco, a drogas, a sexo… a maldad. Mire donde mire, veo látex, cuero, cadenas y mucho maquillaje, la peña se lo curra mucho, parecen sacados de una peli, ¡veo a Mina Harker en una de cada dos tías! El ambiente es muy denso, hipnótico… me siento eufórico y nervioso, me parece estar en los primeros tres minutos de El ansia, ¡parece un puto salón de vampiros! Empieza a sonar Siren de Theatre Of Tragedy, un temazo que nos encanta a Amalia y a mí. Se pega a mí, y ya empieza a rozarse y a cantarme al oído, joder la tía sabe cómo ponerme enfermo en dos segundos. Al momento noto que alguien coge mi mano y me pone un vaso frío y mojado.

Tío, ahora escúchame bien —grita Igor cerca de mi oído—. Guárdate bien esta tarjeta, sobre todo no la pierdas colega; ¿ves la barra del final, donde está esa morenaza vestida de látex, la que lleva un antifaz negro, con unas tetazas del copón? Todo lo que queráis beber, pídeselo a ella, y enséñale esta tarjeta cada vez. No aceptes bebida de nadie más, ¿me oyes? Y, sobre todo, ves tú solo y no la mires a los ojos en ningún puto momento ¿entendido?

Igor se separa y me mira, esperando mi aprobación a todo lo que me acaba de decir. Asiento con la cabeza, y, seguidamente me entrega en la otra mano, una bolsita de la que no logro distinguir el contenido. Se pone en medio de los dos, pasa sus brazos por encima de nuestros hombros.

Pequeños seres inertes, ¡llegó la hora de disfrutar! —nos dice, acercando nuestras cabezas a la suya—‍. En esta bolsita tenéis todo lo necesario para pasar una noche inolvidable. No os va a hacer falta nada más, es muy importante que no aceptéis ninguna sustancia que no sea de esta bolsa, ¿me oís? Yo voy a estar toda la noche por aquí, entrando y saliendo y no os voy a perder de vista. Antes de que acabe la noche, vendré a buscaros, os guardo una sorpresa final, ¡lo mejor está por llegar! Así que, bailad, colocaos, follad… ¡bebeos la noche! —grita levantando los brazos y empujándonos pista adentro.



Igor, el relaciones públicas, el guaperas… «El gancho». Era un chico que llamaba mucho la atención; alto, moreno, ojos azul intenso, la mandíbula muy marcada y una sonrisa capaz de hechizar a hombres y mujeres por igual; desbordaba carisma, buen rollo y además no tenía ningún reparo en probar cosas nuevas, era muy curioso y morboso ante lo desconocido. «Los conoció una noche a la salida del Midiam». Iba con un par de amigos; al garito aún le quedaban algunas horas abierto, pero esa noche no estaban disfrutando demasiado así que decidieron irse; ya fuera del local, estaban discutiendo sobre qué hacer, cuando él se acercó, lentamente, dando la última calada a su cigarro y dejándolo caer al suelo para después pisarlo. Era un hombre, de unos sesenta años, delgado y calvo. Aunque tenía una apariencia muy elegante, (vestía con traje todo negro, incluida la camisa), su físico estaba muy desmejorado. Empezó a hablar con ellos, pero Igor se quedó fascinado mirando el broche que llevaba sobre la solapa de su americana abierta. Era una pequeña daga, por la cual trepaba un tallo lleno de espinas que acababa en una rosa, era de plata y deslumbraba. No podía dejar de mirarlo. Al cabo de un momento, del que no hubiera sabido decir si fueron dos minutos o una hora, recibió una colleja de uno de los amigos.

¡Joder tío, estás puto empanado! ¿has escuchado esta locura? —dijo el amigo meneándole la cabeza con la mano—. Él es Günter, nos acaba de invitar a una pedazo de fiesta que tiene montada en un ático a unas calles de aquí, bebida y drogas gratis tío ¿estás oyendo eso? ¡Joder Igor esto es lo mejor que podía pasarnos! Podemos hacer lo que nos dé la gana, follar con quien queramos, hay habitaciones… ¡ostia puta Igor!, ¿no es eso el puto paraíso? Solo hay una condición y es que él estará ahí para verlo todo, pero, ¿Qué importa tío? Vamos a ir mamadísimos, ¡qué menos que darle un buen espectáculo a este ángel caído del cielo! —siguió vociferando el amigo, muy emocionado por la idea. Igor por fin despegó la mirada del broche, levantó la cabeza hasta encontrarse con los ojos oscuros de ese misterioso hombre.

¿Podemos irnos ya? Estoy sediento —dijo Igor sin dejar de observar intensamente la profundidad de la mirada de Günter.

Será un inmenso placer calmar tu sed, Igoooor —le susurró el hombre al oído.

Llegaron al piso en cuestión. Nada más entrar pudieron apreciar que una profunda oscuridad reinaba en el lugar, apenas iluminado por intensas luces rojas, parecían estar entrando a otra dimensión. Igor cerró los ojos y respiró profundo del ambiente cargado y la mezcla de olores estimulantes que erizaron el vello de su nuca y le provocaron un escalofrío por todo el cuerpo. Cuando los abrió, sus amigos estaban sentados en el suelo frente a una pequeña mesa de cristal, esnifando rayas de a saber que sustancias. Igor empezó a recorrer con su mirada el salón donde se encontraba; era muy amplio, con un gran ventanal al fondo, donde había una barra de mármol negro llena de botellas de cristal, vasos y cubiteras. Miró a su derecha y observó un sofá blanco en el que había tres chicos y tres chicas bebiendo y riendo a carcajadas. Cuando miró hacia la izquierda pudo ver como sus dos amigos, con bebida en mano se habían unido a una conversación formada por otros dos chicos y una chica. De repente sintió una fuerte presencia a su lado. Günter estaba mirándolo con media sonrisa dibujada en su cara. Le agarró la mano dándole un fuerte apretón y dijo con una voz fuerte y firme: —¡Pequeños seres inertes, llegó la hora de disfrutar!

Unas cortinas negras se fueron cerrando por el ventanal, donde se podía apreciar las primeras luces del amanecer; todas las chicas que se encontraban allí, automáticamente introdujeron algo diminuto en las bocas de los chicos, que aceptaban de buena gana, incluidos sus amigos. Empezaron a besarse, intercambiándose entre ellos, se fueron desnudando y su nivel de excitación claramente aumentaba por segundos; el grupo de seis de la derecha empezaron a lamerse de arriba abajo, parecía que se iban a comer los unos a los otros en cualquier momento. Cuando volvió a mirar hacia sus amigos los vio como nunca antes. Uno de ellos practicaba sexo con la chica. Ella estaba sentada en el respaldo del sofá, su espalda apoyada en la pared; él la penetraba de frente, con movimientos rápidos y agresivos, agarrándola con fuerza de la larga melena oscura y mordiéndole vigorosamente los pechos, ella jadeaba visceralmente, mirándole a él y sonriendo. Su otro amigo yacía tumbado en el sofá con otro de los chicos encima, y el tercero arrodillado por detrás de su cabeza, se masturbaban mientras se besaban tórridamente y se lamían como auténticos animales.

Tú eres especial, puedo sentirlooo —susurró Günter al oído de Igor mientras le olfateaba intensamente el cuello.

»¿La ves? —dijo estirando su brazo con la palma de la mano hacia arriba y haciendo una reverencia—‍. Fóllatela y calma tu sed, criatura…

Ella era Irina, una mujer de unos cincuenta años como podía apreciarse en su rostro, aunque bello, bastante castigado. Su cuerpo era de escándalo; esperaba a Igor frente a la barra de mármol, completamente desnuda, con unos pechos grandes y firmes y unas piernas que parecían no tener fin. El chico se mostraba carente de voluntad propia y caminaba hacia ella como si una fuerza invisible lo arrastrara. Una vez ya de frente, lo empezó a desnudar, lamiendo su boca y bajando por su cuello dejándole un rastro de saliva por donde pasaba, le bajó los pantalones y la ropa interior, acariciando su pene totalmente erecto y mojado. Lo sentó en un taburete y ella subiéndose encima, introdujo a Igor dentro de ella, despacio, fundiéndose en un solo ser. Después de unos minutos, Günter se acercó a ellos, entregándole a Irina su broche en forma de daga, le dio un beso húmedo recorriendo sus labios con la lengua y seguidamente introdujo una pequeña pastilla en la boca de Igor. Al momento Irina soltó un ligero grito, muy agudo, en forma de jadeo y todas las chicas del lugar le respondieron con ese mismo sonido.

Se levantó y bajó de encima de Igor, le siguió masturbando con intensidad hasta que él eyaculó, cayendo su semen en un pequeño recipiente que ella sujetaba. Acto seguido, con la pequeña daga, hizo un ligero corte sobre la clavícula del chico; un hilo de sangre brotaba de la herida e iba cayendo en el mismo recipiente anterior. Günter miró con satisfacción a su alrededor y todas las criaturas femeninas habían empezado su ritual, sacando a relucir unos blancos y afilados colmillos. Ríos de sangre corrían por todos los cuerpos masculinos del lugar, las chicas succionaban apasionadamente clavículas y muslos, cayendo la sangre por las comisuras de sus bocas, mientras eran penetradas salvajemente. Los chicos jadeaban con gestos de dolor y placer simultáneos. Irina, repartió en dos vasos la mezcla de fluidos de Igor, que reposaba semiinconsciente en el taburete. Le entregó uno a Günter, los dos brindaron, bebieron y se besaron apasionadamente, rodeados de depravación y mucha sangre.

Llevamos ya unas horas en el Midiam, hemos tomado varias cosas de esta mierda que me ha dado Igor; Amalia está en medio de la pista, desatada, sobada por tíos y tías, le manosean las tetas sin parar y ella parece estar disfrutándolo; se contonea y se roza como si quisiera que se la follaran todos a la vez. Por alguna extraña razón me excita mucho verla así. Siento un ligero zumbido en la cabeza, suena Brighter Than The Sun, miro a mi alrededor y se mezclan las luces con las caras maquilladas, parece que se derritan, siento que estoy rodeado de monstruos como los de Razas de noche, los veo a todos rarísimos, a cada uno más que el anterior; me siento deshidratado y decido ir a la barra de la morena tetona vestida de látex a pedir otra birra. La tía no está, y apoyado en la barra bebiendo, hay un tío que llama profundamente mi atención, es un puto clon de Brandon Lee, además va exactamente igual maquillado que él en El Cuervo, me quedo embobado mirándolo y al darse cuenta me saluda con la cabeza y me ofrece un trago. Doy un pequeño sorbo y le devuelvo el vaso agradeciéndole con un gesto. —Soy Néstor, ¿Qué haces aquí con esa pinta de no haber roto un plato en tu vida? —dice el chico presentándose. —Yo Zeus, perdona tío, es la primera vez que vengo por aquí —digo nervioso, mordiéndome el labio, impactado por lo puto atractivo que me parece. Él pone su mano sobre mi hombro y se acerca a mi oído… —Tranquilo… solo déjate llevar… —dice mientras me pasa la lengua por detrás de la oreja y su mano recorre mi espalda, bajando, hasta que llega a mi culo y me lo estruja. Me hace una indicación hacia el baño, con la mirada, me agarra de la mano y me lleva tras él. ¡Joder me ha puesto cachondísimo! Soy incapaz de negarme, así que sigo sus pasos muy de cerca, puedo respirarle en la nuca, joder huele increíblemente bien; voy trempadísimo, ¿Qué cojones?…

Entramos a uno de los baños, hay un par bastante grandes, pero de los dos salen y entran tanto tíos como tías, así que me arrastra hasta el que está más a la derecha. Es amplio, hay cuatro picas de manos y cuatro cuartos con váter. En una de las picas hay tres tíos esnifando alguna mierda, un poco más adentro hay dos tías enrollándose y sobándose por debajo de la ropa a lo bestia. En uno de los cuartos hay un tío y una tía follando, él está de espaldas, pero veo la cara de la piba y me saca la lengua. «Tengo que estar colocadísimo porque me ha parecido ver que tenía la boca llena de sangre…» ¡Qué coño!... —Entra aquí —me dice Néstor moviendo los labios exageradamente ya que no se oye nada con este volumen de música. Empieza a sonar I Wanna Be Your Dog y la peña se pone loca; el tío me pone contra la pared, despacio y me mira a los ojos; joder tiene rasgos exóticos, parece filipino y es guapísimo el cabrón.

Sin decir nada más, empieza a comerme la boca, me mete la lengua hasta la garganta, cuando se separa deja que un par de hilos de saliva caigan por nuestras bocas; me empieza a comer el cuello; estoy temblando, apenas hay luz y siento un constante entrar y salir de gente, pero increíblemente, me da exactamente igual; baja su mano y empieza a sobarme la entrepierna, desbrocha el pantalón y me la saca, empieza a pajearme, estoy durísimo, ¡ostia puta!, ni Amalia me ha tocado así en la puta vida; le busco la boca y empiezo a chuparle los labios carnosos, mis jadeos cada vez son más intensos, le agarro del pelo empujándolo hacia abajo con fuerza; —¡Chúpamela, joder! Me corro, me corro… —digo, apretando la mandíbula y siguiendo a Néstor con la mirada. Se pone de rodillas, me da dos lametazos y me corro en su boca; el hijoputa me mira a los ojos y se lo traga; me muerdo el labio demasiado fuerte, él se levanta, me chupa la sangre de la boca, me guiña un ojo y se va. «¿Qué cojones acaba de pasar?» Me siento aturdido…puto cuervo, me ha hecho la mejor paja de mi vida.

Cuando vuelvo a la pista, Amalia está hablando con Igor, haciendo aspavientos. —Joder amor ¿Dónde te habías metido? ¡Llevo como media hora dando vueltas buscándote! —me dice muy seria; pero seguidamente se lanza a besarme, con tanta fuerza que el labio vuelve a sangrarme. Amalia se da cuenta y sigue lamiendo y succionando y la sensación me pone loco. La aparto de mí, y al mirarla a los ojos siento un escalofrío, la culpabilidad me crea un agujero en el estómago, y me siento muy confuso. El recuerdo de lo que acabo de vivir en el baño me azota la mente, pero rápidamente me saco esas imágenes de encima; Amalia me sonríe mordiéndose el labio manchado de mi sangre, y yo solo quiero follármela como si fuera a morir mañana…

Tíos, os dije que os tenía una sorpresa para el final —dice Igor sin apartar la mirada del labio sangrante de Amalia.

¡Pero si aún queda mucha noche aquí! —grita ella alzando los brazos y dando una vuelta sobre sí misma.

¡Eso es pibita! Aún queda mucha noche, pero no la acabaremos aquí; ¿confiáis en mí? —dice Igor mirándonos a los ojos de uno a otro. Respondemos que sí con la cabeza los dos a la vez. —Bien, pues abrid las bocas, tragaos esto y seguidme. ¡Bajemos a los infiernos!...

A los pocos minutos estamos fuera del Midiam, me siento muy aturdido, como si fuera mi alma la que arrastra a mi cuerpo para que nos podamos mover. Igor nos presenta a un tío bastante mayor, está explicando algo sobre una fiesta en un ático, pero lo escucho en la lejanía, no puedo dejar de mirar a Amalia e imaginarla haciéndome cerdadas… «Joder esta mierda que nos ha dado Igor me tiene muy cachondo»…

Ni siquiera recuerdo como hemos llegado hasta aquí. Salimos de un ascensor y el hombre que nos ha presentado Igor, creo recordar que ha dicho que se llama Günter, nos hace una especie de ritual de invitación a cruzar la puerta… «Pero, ¿Quién coño es este tío?»… Está bastante oscuro, aunque unas luces rojas alumbran lo suficiente y lo hacen un lugar realmente apetecible. Alcanzo a ver frente a nosotros en el suelo, una gran alfombra blanca, en ella hay dos tíos de rodillas comiéndose la boca, y cuatro tías alrededor sobándolos y pajeándolos. ¡Ostia! ¡Joder! ¡Es una puta orgía! —le digo a Amalia girando el cuello para mirarla y sin soltar su mano. Cuando vuelvo a mirar hacia el frente, lo tengo delante, a Günter, sonriendo. Hasta ahora no había sido consciente de la profundidad que abarcan sus ojos negros, casi parece que me susurran y me atraen hacia él, me siento increíblemente bien, quiero tocarle, quiero comerle la boca…

Sé que sois los invitados de honor de Igor, así que os he preparado un lugar especial para vosotros… —nos dice el hombre casi en un susurro; es increíble como le escucho dentro de mi cabeza… Entramos a una habitación espectacular, una cama enorme con una especie de cortinillas que caen a su alrededor, parece una peli ¡joder!

Ya estando solos, Amalia me mira y me da un lametón en la boca, me empuja contra la cama y se sube encima. Se empieza a quitar la ropa. La veo fuera de sí, como si no pudiera controlarse, aunque creo que yo me siento igual… la veo desnuda y un escalofrío me recorre el cuerpo, no sé cómo, pero yo también estoy desnudo. Amalia está de rodillas a la altura de mis muslos, está bailando, se toca el pelo, se toca todo el cuerpo y empieza a masturbarse…joder está preciosa la cabrona, la amo tanto… Me mira a los ojos, pero no reconozco su mirada, sus ojos verdes parecen estar ardiendo… —Zeus joder fóllame… Me levanto hacia ella como si sus palabras fueran hilos que me mueven como una jodida marioneta. Me besa apasionadamente; le toco los brazos y está ardiendo; le beso el cuello y voy bajando, le lamo los pezones, me entretengo a jugar con ellos y los muerdo; Amalia da un grito de placer, rápidamente y muy bruscamente le doy la vuelta, le estiro del pelo, le agarro del cuello y empiezo a follármela de una manera descomunal…

Siento una presencia muy cerca de mí, algo está tocándome, recorre mi espalda, es como un susurro, siento una lengua húmeda en mi nuca, pero no puedo parar, no puedo hacer nada más que empujar con fuerza a Amalia. Una mujer aparece frente a ella, al otro extremo de la cama y empieza a besarla muy dulcemente, la arrastra hacia ella con su boca, pero cuando me doy cuenta me está pajeando haciendo que me corra sobre un pequeño recipiente; al instante está sentada encima de Amalia, soy incapaz de ver lo que está haciendo, ni de mover un puto dedo. Veo sangre caer por una teta de mi piba, cae en ese puto recipiente; Oigo a Amalia susurrar el nombre de Irina entre jadeos, esa mujer de alguna manera me arrastra hasta ellas, y los dos empezamos a chupar la sangre que está saliendo de Amalia, ella cada vez respira más costosamente. No puedo dejar de succionar y lamer su sangre…

Me doy cuenta de que ya no estamos solos, hay cuatro mujeres más aparte de la que ya estaba con nosotros. No sé cómo ni cuándo han llegado hasta aquí, están todas desnudas, ¡joder están buenísimas! Pasan rozándome, acariciándome por todo el cuerpo, pero yo me siento como si observara con mi alma fuera de mi cuerpo, no puedo moverme, tengo un sabor metálico en la boca y siento como si algo muy oscuro estuviera poseyéndome, siento una energía que no puedo controlar extendiéndose por mis brazos hasta hacer que mis manos agarren el cuello de Amalia con fuerza. Siento mucha sed, solo quiero lamer su sangre y… ¡joder! Siento un fuerte golpe en el pecho y caigo de pie contra la pared. ¡Me cago en la puta! ¡una silueta grande y muy oscura está follándose a mi piba! No puedo moverme, no puedo hacer nada más que mirar embobado… veo ríos de sangre sobre Amalia, la cama es un enorme charco rojo intenso, y las cinco mujeres se la están comiendo como si fueran animales. La atmósfera es irrespirable, siento como si algo me apretara el cuello con fuerza, no oigo a Amalia, no puedo respirar…


Querido Günter, aquí tienes tu elixir, brindemos, el manjar de hoy así lo vale. ¡Por los dioses! ¡Esta mezcla de fluidos hace que me sienta realmente rejuvenecida!

Querida Irina, ¿Qué hay de la señorita?

Vamos Günter, hace demasiado que las criaturas no sacian su apetito plenamente…

¿Y qué será del señorito? No me importan en absoluto esos seres despreciables, lo único que deseo es que no despertemos sospecha alguna, teniendo el control sobre ese muchacho, Igor, no nos faltará sangre fresca en mucho tiempo…

No tienes de que preocuparte, para él solo habrá sido un mal sueño, sabes que no recordará nada; en cuanto a ella…simplemente un daño colateral querido. Bebe… bebe… y hazme el amor eternamente…

Autora: Sandra Manzanedo