En unas tierras situadas en Veisa, al sur del Gran Glacial, al norte del Mar de la Luna, existe una zona que alberga un conflicto de origen desconocido.
Un lugar donde nacen y mueren ciudades sin previo aviso, un poder oculto alberga estos lares, donde los aventureros más voraces de gloria, se adentran para escribir su nombre en la historia.
Rodeando estos parajes se encuentran las Montañas Galenas, hogar de diferentes criaturas: orcos, trasgos, incluso dragones.
Además, son conocidas en Faerun, por tener ricas minas en preciados metales, minerales y piedras preciosas, las leyendas cuentan que estas esconden muchos objetos mágicos, provocando conflictos constantes entre diversos grupos, que se adentran buscando riquezas.
Entre todo este caos, un mago llamado Ejax Wingleis, cuyo pasado es una incógnita, comienza la reconstrucción de una ciudad llamada Yhul, de esta solo se sabe que actualmente la forma un ejército de unos tres cientos subordinados y se encuentra en conflicto con las ciudades de Xego y Darmshal.
Continuamente Ejax ofrece trabajo en su milicia a algunos mercenarios, debido a que llegó a sus oídos que eran hábiles en el combate, además, constantemente se dedica a comprar esclavos y malhechores para unirlos a sus filas.
En el barracón número veinte, se encontraba un grupo de aventureros, que voluntariamente accedieron a unirse al ejército de Yhul, se diferenciaba una Semielfa, alta, bastante robusta, de tez oscura, una Elfa pequeña, de bellos ojos verdes, una humana de cabello oscuro, cuya mirada era tan penetrante, que conseguía helarte con tan solo observarte, un enano que no paraba de gritar, con una excesiva cantidad de pelo incluso para esa raza, un humano que se encontraba aún dormido en el petate, este portaba un símbolo de la diosa Zivilyn, y un joven que vestía solamente una túnica, que oteaba el horizonte con cara sensual.
―Bueno, creo que es momento de que os presentéis a vuestro líder― dijo el enano mientras subía su pierna izquierda sobre una silla, golpeando el suelo con su alabarda.
La humana de mirada tenaz le respondió con una ceja arqueada, ―¿quién te nombró líder enano?, además en tal caso, ¿no deberías presentarte tu primero?―, bajando la pierna de la silla, se acercó lo suficiente para que esta olisquease el hedor a hidromiel que desprendía su barba, ―los humanos siempre tan arrogantes, pero en algo tienes razón, mi nombre es ¡Ralvol, el enano sin estirpe, ``El Peludo´´!―, dijo alzando la voz, abriendo sus brazos y dirigiéndose al grupo.
Esta extravagante presentación le hizo gracia a la joven Elfa, la cual se unió a Ralvol alzando también su voz, ―Hola Ralvol, me presento ¡Me llamo Elanor, encantada de conoceros a todas!―.
Levantándose del petate, tras un breve bostezo, el humano se frotó los ojos, acaricio su media melena oscura, cogió aire, quizás demasiado, puesto que al expirarlo soltó un eructo, posteriormente se comunicó con los que parecían ser sus nuevos aliados ―mis más sinceras disculpas, aún retengo gases, además como dice el refrán popular, mejor fuera que dentro, mi nombre es Arthas, soy un clérigo de la diosa del conocimiento, espero que hagamos buenas migas―.
La robusta Semielfa, con los brazos en cruz, aún apoyada sobre la pared, se dirigió a Arthas, ―¿me estás diciendo que eres un clérigo de Zivilyn?, pues tu apariencia lo disimula bastante bien—, cambio el rumbo de su mirada dirigiéndose al resto, —me presento, mi nombre es Feng Li―.
Con unos andares zigzagueantes se situó en el centro del grupo, un humano con una sonrisa un tanto peculiar, abrió los brazos, comenzó a dar vueltas poniendo morritos a todos los presentes ―qué seriedad muchacha, un poco de alegría en esas caras por favor, me presento, soy el inigualable Saravor, vuestro mago de confianza― dijo mientras hacía una reverencia hacia los demás.
Tras darse a conocer, agarró la mano de la humana, se aproximó lentamente, comenzando a hacer un juego con sus cejas, subiendo y bajándolas de forma irregular, tras esto, intentó besar su dorso, ―¡Que haces anormal!―, de un manotazo le quitó la mano, ―mi nombre es Adrielle― cogiendo al mago de la túnica, ―te diré algo Saravor, esta va a ser la primera y última advertencia, a la próxima, ¡Te clavo una flecha entre esas cejas para que no se muevan más!― diciendo esto último mientras le soltaba la túnica, el mago se alejó de Adrielle, haciendo gestos raros, respondiéndole, ―vale belleza salvaje, me quedó claro―.
En ese momento un soldado de alto rango de Yhul abrió la puerta sin previo aviso, ―a ver ustedes, os toca el combate de selección, Igor tiene que ver si sois aptos para la causa, salid y dirigíos hacia la arena, tenéis diez minutos para llegar―, tras el anuncio cerró de un portazo.
Arthas un tanto preocupado, miró al resto, ―¿Alguien sabe donde se sitúa la arena?―, todos le devolvieron la mirada sorprendidos, pero solo Elanor le contestó, ―bueno, creo que ahora todos sabemos que no llegaste al campamento en buenas condiciones― dijo partiéndose de risa sujetándose del hombro derecho de Feng Li, esta vez quien tomó la palabra fue Adrielle, ―es increíble, fuiste el primero en llegar, ¿lo sabes?, cuando salgas, verás que no es difícil averiguar donde está la arena.
Todos partieron del barracón, recorriendo el corto camino hacia el estadio, Arthas entonces entendió la sorpresa de sus compañeros, puesto que el campamento no era demasiado grande, sin embargo, la arena se veía desde cualquier barracón, era un edifico de medianas dimensiones, totalmente negro, con unos símbolos que todos desconocían, excepto él.
A ninguno pareció importarle mucho la constante repetición de este símbolo por toda la fachada exterior de la arena, la cual estaba formada de ladrillos negros, adornados con antorchas, todo el recinto solo poseía una entrada.
Adrielle fue la excepción del grupo, preguntó varias veces sobre el símbolo, pero Arthas pensó que no era un buen momento para hablar del tema, así que esperaría el instante oportuno para contarle lo que sabía sobre él.
Ya se encontraban en la arena principal, frente a ellos veían a un grupo bastante parecido al suyo, seis miembros, dos de ellos portaban una espada y cota de mallas, aunque un poco escuálidos, tras estos dos arqueras, las cuales tampoco tenía pinta de que llevasen mucho ejerciendo.
En mitad de su formación, por su atuendo, parecía un clérigo, aunque no portaba nada que identificase a su dios, situado al final del todo, se encontraba un hombre larguirucho y delgado, vestido con una túnica.
En el palco apareció un hombre, de unos cuarenta años, portaba una armadura pesada color rojizo, su alopecia hacía de espejo para los rayos del sol, una mirada penetrante de ojos negros, una barba vagamente recortada en su parte baja, apoyando su mano derecha sobre la piedra, dirigiéndose a los soldados.
―Lo primero, bienvenidos a la arena de Yhul, el gran Ejax no quiere inútiles en sus filas, por eso la prueba de iniciación consiste en un combate a muerte, los seis que queden en pie formaran un solo grupo, sin más dilación que comience el combate―.
Apenas terminó de hablar, Adrielle y Elanor al unísono cargaron sus respectivos arcos, apuntando a las arqueras que tenían de frente, tensaron la trenzada, soltándola con estilo, sendas flechas salieron disparadas, quebrando el aire a su alrededor, ambas rozando la barba de Ralvol, que miró hacia detrás en señal de aprobación, llegando a su objetivo, clavándose respectivamente en el ojo derecho de la primera e izquierdo de la segunda, cayendo ambas sobre la arena.
Colgándose su arco y esbozando una sonrisa desafiante, se dirigió a Ralvol, ―pequeñín, yo ya hice mi trabajo, a ver cuanto tardas en vencer a esos pobres rufianes―, este respondió con una sonrisa vanidosa en su rostro, enderezó su alabarda, cargando contra el enemigo que tenía de frente, al grito de: ―Vais a tener el honor de morir por las manos del terrible Ralvol―, Arthas alzó las manos recitando un conjuro, ―un regalo Ralvol, ahora debería de serte más fácil―, el enano notó como sus músculos crecían levemente, ―gracias Arthas, aunque no lo necesitaba―.
Se encontraba frente a su objetivo, hábilmente enderezó su alabarda, acertando una estocada en su enemigo, perforándole la tráquea, posteriormente pateó su pecho, derribándolo contra la grava, cuando se disponía a atacar a su segundo enemigo, Saravor apareció detrás de él, tocándole el hombro, le dijo, ―creo que esto te va a escocer un poco amigo mío―, de su dedo salió un rayo de ácido, que literalmente hizo derretirse a su rival entre gritos, ―todos los seres de este plano se derriten ante mis encantos― recitó poniendo morritos hacía sus compañeros.
Por un momento el viejo destartalado desapareció de sus vistas, apareciendo a la espalda de Feng Li, intentando tocar su hombro izquierdo, esta percató su presencia al instante, agarró el brazo, lo derribó dando una vuelta sobre su hombro y atravesó su decrépito cráneo de un solo puñetazo.
El clérigo rival comenzó a llorar poniéndose de rodillas, ―por favor no me matéis, yo solo quería un sueldo para vivir tranquilo, no soy clérigo, esta ropa se la robé a un cadáver que encontré de camino aquí, por favor tener piedad―.
Desde el palco, Igor desenvainó su espada, de un salto llegó a la arena, partiendo en dos al pobre truhan, ―¡Aquí no se aceptan a cobardes!―.
Se dio la vuelta para dirigirse a los que permanecían en pie, ―parece que sois bastante buenos, no sois un grupo cualquiera, eso está claro, ¿Queréis hacer otra prueba, pero esta vez para ver si estáis listos para ser de la élite de Yhul?
Ralvol alzó la mirada de forma soberbia hacia Igor, ―el grupo de Ralvol pasará cualquier escollo que se le ponga delante, su líder es perspicaz, hábil en el noble manejo de alabardas, no hay forma de que no pertenezcamos a la élite―, dijo mientras hacia una hendidura en el suelo con su arma.
―¡De nuevo quién cojones te ha dicho...!―, Elanor interrumpió en su enfado a Adrielle, llevándose el dedo índice al labio superior, haciendo señal de silencio, ―déjalo, a ver donde nos lleva esto, puede ser divertido―, la humana lanzó una mirada punzante, como si de un puñal se tratase, tras esto cruzó los brazos y no volvió a abrir la boca para interrumpir al enano.
―Os explicaré en que consiste la prueba, volveréis a tener un combate, esta vez con un escuadrón de verdad, uno en los que Ejax tiene bastante confianza, debido a que sois interesantes para nuestros objetivos, tenéis suerte y este no será a muerte, se luchará hasta rendirse o quedar inconsciente, ¿alguna pregunta?―.
Feng Lee, permaneció haciendo ejercicios de calentamiento desde que Ralvol abrió la boca, paró por un segundo para dirigirse a Igor, ―está claro que rendirse no es una opción, el ejemplo lo tienes justo detrás de ti― señalando al cadáver del pobre infeliz que acababa de partir en dos, ―también observo que tienes mucha confianza en ese grupo del que hablas, das por hecho que vamos a perder, entonces mi pregunta es, ¿si ganamos cuál será la recompensa?―.
Igor sonrió ante la respuesta de la monje, ―no te cortas ni un solo pelo, así tajante, me gusta― dijo mientras asentía con la cabeza, ―la recompensa no es moco de pavo, pertenecer a la élite hará que tengáis total libertad para moveros por Yhul, a excepción del templo, en el cual solo pueden entrar ciertos elegidos, además de un gran incremento en vuestro salario, se os asignarán misiones de mucha más dificultad e importancia, en las cuales, obtendréis más gloria y por supuesto oro, ¿te parece suficiente?―.
La monje asintió con la cabeza, al igual que el resto del grupo comenzó a prepararse para el nuevo combate, esta vez los soldados que aparecieron tenían un aspecto más imponente, al frente dos guerreros de armadura completa, uno portaba un espadón, mientras el otro espada y escudo, tras ellos lo que parecía ser un elfo, envuelto completamente en una túnica negra totalmente opaca, acompañado de una Elfa tan bella como el sol naciente, rubia de bellos ojos azules, la cual portaba un arco, apoyándose sobre su hombro izquierdo, un bello halcón. Terminando la formación se encontraban dos humanos, uno que vestía una túnica negra y otro que solo llevaba un pantalón, con el torso desnudo, portando únicamente unas vendas en las manos.
Arthas hizo gestos de hacer un corro para plantear la estrategia a seguir, ―según lo que veo, los de la armadura queda claro que son guerreros, la arquera al igual que tu Adrielle es una exploradora, tengo mis dudas con los dos que visten de negro y evidentemente el que falta es un monje, ¿Qué estrategia debemos de seguir?―.
Ralvol se separó de sus compañeros situándose de espalda hacia ellos, ―la estrategia está más que clara― levantó su alabarda y comenzó a correr hacia el enemigo al grito de, ―¡A la carga!―, esta acción desubicó a todo el equipo, que corriendo comenzó a colocarse para la batalla, lo mejor posible, después de la carga absurda del enano.
La punta de la alabarda de Ralvol se encontraba ya cerca del torso de su rival, este en un hábil uso de reflejos sacó su escudo tapando la embestida, alzó la espada para asestar un golpe en la cabeza del peludo, este giró sobre su pie izquierdo, usando el dorso de su arma para interceptar el golpe, virando esta hacia la izquierda, haciendo desequilibrar a su oponente, de pronto, sintió un potente golpe en su costado izquierdo, provocando que perdiese el equilibrio.
El soldado del espadón, usando el dorso del mismo, había actuado rápido para proteger a su compañero, aprovechando la caída del enano, el guerrero elevo su mandoble cuya punta miraba al cielo, utilizó toda la fuerza de sus músculos dorsales para bajar el arma a la mayor velocidad posible, intentando asestar el golpe definitivo, pero una magistral carga de Arthas, que ya se encontraba con el mandoble desenvainado, bloqueó el impacto con el mismo, de la inercia del golpe, el guerrero se tambaleó al chocar su hoja contra la del clérigo, que aprovechó la situación para propinarle una patada baja, haciéndole caer en la grava.
Este tiempo lo aprovechó para levantar a su compañero, para ahora enfrentarse a los dos guerreros en igualdad de condiciones, mientras tanto a la izquierda de la arena, los monjes fueron acercándose poco a poco, una vez estaban situados el uno frente al otro, hicieron un cordial saludo entre duelistas, agachando sus torsos como señal de respeto.
Feng Lee lanzó una patada alta con su pierna izquierda, acompañada de un giro de cadera, dándole mucha fuerza al golpeo, aprovechando sus musculosas piernas, tanto que al su rival bloquear el ataque, hizo que rebotasen las manos contra la cara, haciéndole sangrar un poco la parte superior del labio, comenzando de esta forma un duelo de artistas marciales.
La bella Elfa miró fijamente hacia Adrielle, guiñando un ojo en señal de mofa, esta sin pensarlo dos veces cargó su arco hasta que escuchó un leve sonido, provocado por el viento detrás de ella, ―si esto fuese un combate real, ya estarías muerta― le dijo el elfo de ropajes negros, mientras posaba la punta de su daga en el cuello de la humana, casi al mismo tiempo, Elanor cargo su arco, apoyando una flecha contra la sien del enemigo, respondiendo, ―al igual que tu amigo, ya estarías muer…― en ese instante una flecha rasgo su pómulo izquierdo, clavándose en la pared posterior a ellos, ―no me ignoréis pequeñas, aún sigo aquí― dijo la exploradora rival esbozando una media sonrisa.
Saravor tenía la mirada fija en el humano de la túnica negra, gracias a su conocimiento arcano estaba convencido de que era otro mago, este se elevó unos metros por encima de la arena, haciendo tres copias de sí mismo idénticas, lanzó un pequeño rayo de hielo hacia su rival, el cual hábilmente esquivó, haciendo gala de buenos reflejos, mientras realizaba una cabriola desde el suelo, invocó un pequeño rayo de ácido, apuntando hacia donde este creía que estaba la copia original de su contendiente, el proyectil impactó, haciendo desaparecer a la copia envuelta en humo.
La batalla entre monjes no cesaba, el humano del torso desnudo, enebro un ataque usando primero un golpeo lateral con su brazo izquierdo, girando sobre su eje, el cual la Semielfa bloqueó con el antebrazo zurdo, prosiguió aprovechando la inercia del movimiento anterior, agarrando la extremidad con la que Feng Lee lo había bloqueado, usándolo de apoyo para saltar, generando un segundo ataque con su pierna derecha, gracias a los movimientos mecanizados en los entrenamientos, la monje giró la cabeza lo suficiente para esquivar la patada, aprovechando su rival para ayudarse con la pierna en el hombro derecho de la misma, saltando hacia delante, para hacer una pirueta e impactar con su talón izquierdo en la cara de Feng Lee, cayendo de espaldas contra la grava, algo confundida debido al golpe, pasó la mano por su cara, limpiándose la sangre de la nariz, se levantó, cambio la pose de combate, invitando a atacar de nuevo a su rival.
En la arena cada vez se veían más asientos ocupados por soldados de Yhul, el combate entre los dos grupos estaba siendo un digno espectáculo para una arena, Igor se frotaba las manos observando el nivel de este nuevo grupo, pensando que tipos de misiones podrían llevar a cabo para Ejax
El combate poco a poco se estaba decantando a favor de los soldados de élite de Ejax, estos individualmente se encontraban un peldaño por encima, de los miembros recién unidos en el barracón número veinte, Arthas mientras blandía su mandoble, se estaba percatando de la situación, alejando a su contrincante con una magnífica barrida lateral, alzó las manos mientras recitaba una plegaria a Zivilyn, en ese instante todos sus compañeros recuperaron algo de vitalidad y energía, pero este sabía que no era suficiente, ―¡Tenemos que reagruparnos para trabajar como equipo, si seguimos dependiendo de batallas individuales perderemos, unidos quizá podamos usar alguna estratagema!―.
Todos a excepción de Feng Lee, parecieron escuchar la apreciación del clérigo, Ralvol giró su alabarda utilizando sus manos para cambiar de defensa, retrasando su posición, hacia donde se encontraban las arqueras peleando contra el pícaro y la exploradora rival, al observar el movimiento del enano, los dos guerreros intentaron ir tras él, despistándose por un instante el que portaba el espadón, Saravor aprovechó para aparecer a su espalda, recitando un encantamiento, que provocó en su objetivo la caída al suelo, partiéndose de risa sin poder parar la carcajada, inhabilitando de forma momentánea su capacidad de combate, el guerrero del escudo reaccionó propiciando un golpe con el mismo en la nuca del mago, haciéndolo caer inconsciente sobre la tierra.
Los monjes parecían estar en un combate alterno al que se vivía en la arena, la pelea basada en la estrategia, pasó a un intercambio de golpes constante, el cansancio hacia mella en los dos luchadores, que incluso estando extenuados, seguían dando un grandioso espectáculo, para el deleite de los cada vez más soldados que ocupaban las gradas.
Elanor estaba sufriendo en su combate, ella era una experta en las distancias, pero su rival siendo inteligente, llevó el combate al cuerpo a cuerpo, donde esta no dominaba del todo la situación, ―¡déjamelo a mi Elfa, le voy a partir la cara a ese mamón!― como si de un toro desbocado se tratase, Ralvol se encontraba en plena carga hacia el pícaro rival, el cual no se esperaba esta reacción, el enano sin necesidad de usar su arma, embistió al elfo alzándolo varios metros en el aire, provocando una caída, que dejó sin respiración a su contrincante, aprovechando el peludo, para propinarle un derechazo y mandarlo a dormir. ―¿Viste eso Elfa?, vaya torta que le he metido eh―, procedió a reír como si hubiese contado el chiste del siglo, distraído, a su espalda apareció el mago que portaba los ropajes negros, el cual lanzó un conjuro, que provocó que el enano quedase paralizado.
―Atacando por la espalda, perfecto, así yo tendré total libertad de escrúpulo― dijo Elanor mientras cargaba rápido su trenzada con dos flechas, las cuales de forma sorprendente, no fueron destinadas al mago, en su defecto las lanzó directamente a las dos copias restantes que este tenía aún, ―ahora que no puedes esconderte, pasaste a ser mi presa― la Elfa recitó estas espeluznantes palabras, mientras se relamía la parte derecha de su labio superior, cuando de pronto, escuchó algo deslizándose a través del viento, haciendo uso de hábiles reflejos, le dio tiempo de ojear antes de que llegase hasta su posición, se trataba de una flecha de la exploradora rival, la cual fue derribada por un magistral contraataque de parte de Adrielle.
Cuando las dos flechas chocaron, una nube de un fino polvo, color metálico, envolvió un pequeño perímetro alrededor de donde colisionaron ambos lanzamientos, esta distracción, fue justo lo que Elanor necesitaba, se camufló entre los estratos, flanqueó la espalda de su enemigo, que se distrajo por un segundo, perdiendo la pista de la hábil pícara, cargó de nuevo con una saeta, ―si no te rindes ahora, disparo―, susurró en el oído al humano, los ojos de la Elfa parecían envueltos en sangre, cuando desde la grada se escuchó, ―¡Altros quedas eliminado del combate, puesto que en uno real, tu cadáver yacería sobre el asfalto!―, las palabras venían de la boca del propio Igor, tras esto volvió a tomar asiento para disfrutar de lo que quedaba de contienda.
Las dos exploradoras se encontraban enzarzadas en un duelo de flechas, las cuales no paraban de llover de un lado a otro de la arena, aunque ninguna conseguía impactar en su rival, ―ha sido una gran estrategia la de tu amiga, una pena que no se percatase de la nuestra―, dijo la Elfa de cabello rubio, con un tono de voz irritante, rebosante de arrogancia, entonces de la nube de polvo, salió el halcón que antes se encontraba posado sobre el hombro de la misma, a una velocidad descomunal, se situó a la altura de Elanor, que sin tiempo de reacción, fue ensartada en su hombro izquierdo, por una flecha que sostenía entre sus garras, ―¿De verdad piensas que una simple flecha podrá conmigo?, estás muy equivo…―, los ojos de la pícara comenzaron a pesar demasiado, cayendo sobre sus rodillas, posteriormente entrando en un profundo sueño.
―¡Bastarda de los cojones!, voy a cenar pollo esta noche―, dijo cargando una flecha apuntando hacia el halcón. Su rival, con una altanera sonrisa, le reprochó, ―vaya exploradora que estás hecha, ¿así respetas a la naturaleza?, aunque de todas formas, me da que no le podrás disparar―, la Elfa recitó algo en voz baja y el halcón desapareció sin dejar rastro, de reojo Adrielle estaba observando la desventaja que Arthas tenía en su combate, recordó lo que el clérigo dijo, hacía ya un rato durante la batalla, giró rápido su torso, apuntando a una pequeña hendidura en la parte baja de la armadura del guerrero, acertando de lleno en su objetivo, la arena se hizo eco del grito de dolor del espadachín, que comenzó a sangrar por esa herida, perjudicándole el combate contra Arthas.
―Muchas gracias Adrielle, necesitaba algo así― dijo mientras realizaba una batida desde el lado izquierdo hacia su rival, donde este tenía la herida, apartándolo así de su camino, tras esto comenzó a cargar contra la Elfa, aprovechando que el guerrero no le podía seguir el paso.
Igor se levantó de su asiento, apoyo sus dos musculosos brazos sobre el muro del palco y gritó hacia la arena: ―¡Alto, hasta aquí llegó el combate, ambos bandos habéis demostrado que sois dignos de pertenecer a las fuerzas especiales de Yhul, no quiero que os matéis entre vosotros!
El combate paró en ese instante, Arthas interrumpió la embestida para dar primeros auxilios al guerrero rival, preocupado por la pérdida de sangre, además otros dos clérigos bajaron a la tierra para ayudarlo en labores curativas, en ese momento la Elfa se dirigió a Adrielle, ―me presento, mi nombre es Tecoria, y la verdad joven, tienes un futuro prometedor, teniendo poca experiencia en combate, me has sorprendido, cuando quieras puedes acudir a mí para enseñarte a hacer flechas especiales, como las que has visto durante el combate― le dijo ofreciéndole la mano, la humana la observó durante unos segundos, tras los cuales aceptó la propuesta, esas flechas le parecieron demasiado interesantes.
En otra parte del albero, los dos monjes estaban en total desacuerdo, Feng Lee dio un paso al frente gritando hacía la grada, ―Igor, te pido que reconsidere esa idea, me gustaría terminar nuestro combate, te prometo que no lo mataré, solo quiero ver si soy capaz de derrotar a este digno oponente―, Igor sonrió ante tal propuesta, a la que respondió alzando la voz, ―lo primero, Caio, ¿estás a favor de esta propuesta?― el monje asintió con la cabeza, en la mirada se le veía el fervor del guerrero, en ese momento Igor se dirigió a la grada, ―¿Ustedes qué decís?, ¿Dejamos que acaben el combate entre monjes?―, se hizo un estruendoso ruido en el graderío, respondiendo de forma afirmativa a la propuesta de su general, ―¡Pues adelante, luchad!―.
Ambos monjes esperaron a que atendiesen a sus compañeros heridos, tras esto se dirigieron al centro de la arena, el humano realizó de nuevo el mismo saludo del principio, Feng Lee le volvió a contestar bajando su torso en señal de respeto, tras erguirse, cerró los ojos, cogió una bocanada profunda de aire fresco, provocando que se elevasen sus hombros, expiró, adelanto su pierna izquierda, elevando ambos brazos, dejando el izquierdo más adelantado, inclinó unos diez grados los codos, abrió los ojos, mirando fijamente a su oponente y con la mano izquierda, hizo gestos con la mano, en señal de invitación.
El humano cogió carrera hacía la Semielfa, a mitad de camino dio un salto elevando su pierna izquierda, situándola por delante del resto del cuerpo, la monje respondió virando su cuerpo hacia el mismo lado, mientras, con el dorso de su brazo derecho, desviaba la patada de su rival, este amortiguo la caída rodando sobre su hombro derecho, Feng Lee aprovechó para situarse a corta distancia, donde era más eficaz, comenzó una secuencia de golpes, primero amagó elevando su pierna izquierda, de nuevo acompañada de un giro de cadera, esta vez su rival no intentó bloquearlo, sino que se agachó para esquivarlo, la monje había previsto que eso sucedería, cambiando el rumbo de golpeo hacía debajo, impactando su tibia izquierda en el hombro derecho de su rival, provocando su derribo, el humano apenas tocó el suelo, ya que rápidamente uso la gran agilidad que poseía, para hacer una pirueta hacía detrás y erguirse rápidamente, pero Feng Lee había leído los movimientos de su contendiente, utilizó la fuerza de su tren inferior para dar un enorme salto, elevó su brazo derecho formando un ángulo de noventa grados con su articulación, usando toda la fuerza de inercia en la caída, propinando un codazo en la parte frontal de la cabeza de su rival, desplomándose este en el suelo.
La Semielfa alzó la mirada, hacia un coliseo volcado en aplausos hacia su habilidad marcial, esta respondió con una sonrisa victoriosa, mientras miraba a Igor, levantaba su puño izquierdo y decía, —ya avise que no nos subestimasen—, este le devolvió la sonrisa, mientras se unía al aplauso colectivo.
Tras el enfrentamiento, todos fueron atendidos por los clérigos de Yhul, cuando se encontraban en plenas condiciones, ya había caído la noche y el cansancio hacía mella en el grupo de aventureros.
Igor bajó a decirles que tenían la noche y el día siguiente libre, pero a primera hora de pasado-mañana, tendrían que estar listos, para comenzar los encargos que Ejax considerase oportunos.
Entonces, decidieron dirigirse al barracón para descansar, después de un estreno tan ajetreado, lo mejor era recuperarse, para así aprovechar bien las horas, e investigar lo máximo posible la ciudad, para intentar descubrir, los secretos que esta esconde.